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Reutilización de electrodomésticos: una alternativa ecológica y solidaria

¿Qué hacer con aquella cafetera eléctrica que ya no sirve o con el secador de cabello que se reemplazó por otro más moderno? ¿Qué medidas se pueden adoptar para disminuir la polución? ¿El reciclaje de electrodomésticos puede contribuir a la generación de empleo? El Ministerio de Medio Ambiente y la Asociación Española de Recuperadores de la Economía Social y Solidaria (AERESS) tienen la misma respuesta para todos estos interrogantes: 'No tire los aparatos electrónicos que ya no usa. Recíclelos'. Se trata de una campaña de reutilización de los residuos tecnológicos con el objetivo de disminuir la contaminación y generar empleo.
Por este motivo, estas dos entidades españolas lanzaron el mes pasado la campaña 'Quiéreme como si fuera la primera vez. Reutiliza y da vida a los electrodomésticos' que, en principio, tendrá una duración de tres meses. Los beneficios de esta novedosa iniciativa gubernamental son diversos. Por un lado, constituye un proyecto altamente ecológico, ya que al impulsar el reciclado de los aparatos tecnológicos en desuso se evita la generación de nuevos residuos y se reduce la contaminación ambiental. Por el otro, el programa tiene una fuerte orientación social porque fomenta la creación de puestos de trabajo para personas más desfavorecidas socialmente.
Uno de los puntos principales de la campaña es sensibilizar y concienciar a la población sobre la importancia que tienen el reciclaje y la reutilización de los electrodomésticos en relación al cuidado y preservación del medioambiente. Ocurre que cada vez que se desecha un aparato electrónico -ya sea un televisor, una lavadora, un ordenador portátil, un equipo de música, una batidora, o cualquier otro- porque ya no funciona o simplemente porque se compró uno nuevo con más y mejores prestaciones, éste se convierte en lo que se conoce como Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE).
España sólo recicla el 15% de los residuos tecnológicos
Se estima que anualmente cada ciudadano genera en nuestro país 16 kilos de residuos tecnológicos (RAEE). A simple vista, la cifra puede parecer menor y de poco impacto. Sin embargo, si se tiene en cuenta que la población total del país es de 44 millones de personas, se concluye que el promedio anual de residuos tecnológicos alcanza las 656.000 toneladas, que, en caso de no recibir un tratamiento adecuado, son potenciales contaminantes de la tierra, el aire y el agua.
Actualmente, apenas el 15% de la 'basura' generada por los aparatos y electrodomésticos que se desechan en los hogares españoles se gestiona de forma 'ambientalmente correcta'. El resto -la mayoría- es tratado sin un proceso de descontaminación previo o es enviado directamente a los vertederos.
Esta situación de riesgo contaminante puede revertirse a favor del medio ambiente. Puesto que el hábito de reciclar electrodomésticos no está interiorizado en la ciudadanía española, esta asociación (AERESS) recoge a domicilio entre un 15% y un 20% de electrodomésticos que son potencialmente recuperables, mientras que los objetos que se recolectan en un 'punto limpio' sólo representan el 1%. Esta carencia de hábito ecológico atenta contra el reciclaje, ya que la mayoría de los aparatos recogidos a domicilio resultan muy dañados durante el transporte.
Puestos de empleo
Otro de los pilares sobre el que se basa este programa es la creación de puestos de empleo. Para ello resulta primordial la función de la AERESS -que agrupa a 22 entidades vinculadas a la ecología y la inserción laboral, distribuidas por todo el país-. Los integrantes de estas organizaciones se dedican a múltiples tareas: recolectar, clasificar, manipular y vender los objetos y materiales provenientes de los residuos sólidos urbanos.
El material que se cataloga como 'recuperable' es reparado y puesto en circulación por personas con problemas de exclusión social. Una vez arreglados, los objetos se venden a precios accesibles en los comercios de segunda mano. Todas las ganancias que la AERESS obtenga de la venta de estos aparatos se reinvertirán en la creación de nuevos puestos de trabajo y en diferentes campañas solidarias. De esta manera, el círculo virtuoso se retroalimenta.
Por otra parte, los residuos tecnológicos que no pueden ser reutilizados son desguazados. Eso sí, teniendo en cuenta los criterios medioambientales. Para ello, antes son sometidos a un proceso de descontaminación, que consiste en extraer los componentes peligrosos para evitar su vertido en el entorno o su incorporación a los procesos de tratamiento final.